El reto está en ser fieles a nuestros verdaderos deseos

Qué hacer para quererte según los medios de manipulación, perdón, de comunicación? Si eres hombre imagino que de ser los que tienen, más que un estómago fruto del chocolate, un potente estómago tipo: “tableta de chocolate”, aparente, apuesto, atractivo, con buen sueldo, educado…

Si eres mujer, tener esa medida estándar 90-60-90, atractiva, sofisticada, siempre a la última, independiente y autosuficiente y lograr todo esto a pesar de: vuestros hijos, los madrugones, el estrés en el trabajo, el ritmo caótico, las idas y venidas al médico, el frenético tráfico, el peso de la hipoteca y la incertidumbre que nos trae la crisis. Si conseguís todo lo expuesto al principio ¡estupendo, habéis aprobado! Lo que antes hubiera sido una indudable Matrícula de Honor, hoy sólo alcanza para un “sufí raspadillo”. Y, aún así, nos piden que nos “queramos mucho”. ¿cómo lo hacemos? ¿tiramos el televisor por la ventana? ¿nos aislamos de todos los medios de comunicación que nos ponen unos modelos inalcanzables y perfectos? O ¿pasamos a firmas un definitivo tratado de paz entre este inquisidor juicio crítico y nuestra inseparable e imperfecta identidad real?

Nuestro inconsciente está condicionado por la información que nos llega, sin preguntar, a lo largo de nuestra vida. Así comprobamos que en él existen jovencitas que se “tienen que dar” antiarrugas, hacen dieta personas famélicas que no “calzan” ni una talla 38, vemos que la cana te hace muy mayor, que en la oficina todos dicen “alarmados” que tienes caspa, que para sonreír con seguridad hay que vivir sin complejos y que para librarte de “esos malditos roedores” se necesita un cuerpo que se dibuja con tiralíneas y un poquito de “fotoshow”.

Nos comparamos con lo que se nos vende explícitamente y con todo este permanente bombardeo, la pretendida autoestima es una “misión imposible”, que nos deja sometidos a una difícil situación de “sentirnos menos”. Como probablemente, no exista mayor logro que queremos en nuestra pequeñez, con nuestras curvitas, nuestras entradas (si aún tenemos pelo para que se cree tal vacío), nuestras arrugas, nuestras canas o nuestro acné el reto está marcado.

Quererse a uno mismo o tener una buena autoestima consiste más en que tengamos el “deseo” de algo y que sepamos caminar con este deseo por la vida. Ahí está el reto, tratar de tapar ojos y oídos a tal lluvia de cebos mercantiles y no caer en las trampas que estos nos ponen de “tener que se” sin ser fieles a nuestros verdaderos deseos.

Deseo; algo bien distinto de insatisfacción. Deseo de crecer, de comprender al otro, de sonreír, de aprender a convivir, de sentirnos queridos y poder querer, de evolucionar, de disfrutar de lo que tenemos, de poder expresar lo que sentimos con honestidad (tanto si es una expresión de alegría como si lo es de infelicidad)… deseo, en fin, de vivir porque únicamente si sabemos ser fieles a estos deseos podremos llegar a querernos y apreciarnos a nosotros mismos.

Considerar que la autoestima es una construcción que debe apuntalarse desde el exterior mediante la estética, los logros o el reconocimiento es olvidar que para crear algo “seguro y fiable” debemos cimentarnos desde el interior y esto se hace buscando en el fondo y en lo más profundo de uno mismo, es decir, conectando con nuestros verdaderos deseos pero… ¿qué nos lo impide?

Lourdes Relloso Campo Psicóloga Clínica

Instituto Bidane

Psicología, psicopedagogía y sexología

Laudio (Álava)